EN EL CONTINENTE
Fines de
marzo de 1982, el otoño iba de a poco
tiñendo de ocres, rojos y amarillos las calles del municipio de Tres
Arroyos. El 30 de marzo la temperatura era
de 13 grados de máxima y 8 de mínima, sin lluvias.
Los vecinos
desarrollaban su rutina diaria sin sobresaltos. En plaza de mayo, en la capital
de la República, la C.G.T. realizó una marcha obrera reprimida con saña dando como resultado 1500
detenidos. El miedo de los años de plomo continuaba.
La prensa
escrita de esa época indicaba que por el Atlántico Sur las cosas no estaban
tranquilas. En las islas Georgias el desembarco de un contingente destinado a
desarmar un emprendimiento de industrialización de la ballena provocó malestar
en la cancillería británica y en las Malvinas atestigua el diario La Voz del
Pueblo que “El sábado por la noche un grupo de personas” ingresó a las oficinas
de LADE en puerto Stanley y “colocó una bandera inglesa, mientras pintaban la
leyenda “ojo por ojo”.
Comenzó abril
y de repente el día dos los noticieros comenzaron a anunciar que un grupo de
marinos ¡habían tomado las Malvinas! en cumplimiento del Plan Rosario.
La marca que llevábamos desde nuestra
infancia ensanchó el espíritu patriótico
y el país fue una bandera.
Un
desorbitado general con título de presidente de la Nación, desde el usurpado
balcón de la Casa Rosada llamaba a la lucha: “Si quieren venir que vengan…”y
emitía palabras triunfales.
El país se
militarizó y miles de hombres jóvenes fueron alistados para ir al frente junto
a las tropas de las tres armas.
EN EL
CONTINENTE
Tres Arroyos
no fue ajeno a lo que estaba pasando en el país y en el Sur. El 30 de abril La
Voz del Pueblo testimonia: “A medida que pasan las horas y el conflicto con
Gran Bretaña se acerca a una etapa decisiva en el terreno militar, crece el
número de ciudadanos que se ofrecen voluntariamente para apoyar la labor de los soldados argentinos
acantonados en el sur del país… .El registro habilitado en la Biblioteca
Pública Sarmiento…tenía anoche 121 voluntarios de ambos sexos…”. Ese mismo día
transcribe una decisión de la Obra Social para la Actividad Docente (OSPLAD)
donde ofrece capacitación a los interesados que quieran ir a trabajar a
Malvinas después de la victoria.
El espíritu
triunfalista reinaba en muchas partes, pero estrujaba el corazón de las
familias que tenían un combatiente allá, tan lejos, entre la vida y la muerte.
Ejército:
Mario
Mario había
terminado su servicio militar y regresó a su hogar en el barrio Benito Machado en
febrero de 1982 e inmediatamente comenzó a trabajar en la empresa de su padre.
Su noviecita vivía a pocas cuadras.
Dice Lydia,
su madre “Ese 2 de abril pasamos por la CELTA, estaban izando la bandera y me
dice mi hijo “Esto va a traer cola”.
No se equivocó.
Por la radio llamaban a los ex conscriptos para que se dirigieran a sus bases,
a Mario no le llegó la citación. La mamá fue a la Comisaría y allí le dijeron
que se presentara enseguida.
El muchacho
partió hacia Tandil. Era el 7 u 8 de abril. Después el silencio.” A la semana
nos llama de Río Gallegos: -Fuimos en dos aviones, capaz que volvemos en uno”
“Vivíamos en
un estado de angustia insoportable, sólo sabíamos llorar y esperar, hasta que
llegaron las primeras cartas y así pudimos sentir que estaba vivo”. “Cuando
llegaban las cartas, el Negro Fredes, nos llamaba a las 7 de la mañana y nos
avisaba que fuéramos y desde el Correo todavía cerrado nos pasaba la carta”. La
solidaridad fue mucha.
“Mi nene más
chico iba a la escuela y no se quería quedar. Al principio no quería dormir
solo”.
El papá lo llevaba
y lo veía salir con la cabecita agachada mirando al suelo. Lo primero que
preguntaba cuando subía a la camioneta era: -No habló Mario?”.
“La abuela
tejió gorros, guantes que decía que había que mandar, chocolates…”. Mario nunca recibió nada. “Una vuelta robaron
un queso para poder comer”.
El papá
estaba como jefe de Defensa Civil en la sección correspondiente a su domicilio
y desde allí controlaba las donaciones que enviaba a la Municipalidad, “hasta
heladeras y cocinas”, además de colaborar con el simulacro de oscurecimiento a
principios de mayo.
El drama de
perder un hijo llegó a su fin cuando reciben una llamada desde Puerto Madryn
donde le dicen que ya están de regreso que los vayan a buscar.
Presto, la
familia partió hacia La Plata y luego de algunas largas esperas llegó el
momento del encuentro, se abrió el portón del Regimiento 7ª de Infantería y ahí
venía Mario,
“Pasado el
tiempo, uno rebobina y parece que todo fue un sueño, pero fue grave sobretodo
cuando los ingleses llegaron a Puerto Argentino”.
Fragmentos de cartas de
Mario, un soldado tresarroyense.
Remitente: Islas Malvinas
Sin fecha (mes de abril)
Queridos padres: “…les escribo porque
todavía no he recibido carta de Ustedes…pero recibí el telegrama donde me ponen
que salió la encomienda que todavía no recibí…Hasta ahora vamos ganando, nos
hemos enterado que les derribamos 18 aviones, les rompimos 6 buques…Chau, un
beso” . “Las Malvinas son
argentinas. Viva la patria”.
16 de mayo
“…para contar hay poco, el otro día
escuchamos por la radio que dijeron que acá estaban bombardeando…acà no ha
pasado nada”…”Dijeron que nos iban a relevar, pero qué día no se sabe, los que
vienen son los tucumanos pero sería mejor irnos sin que venga nadie”…”Cuando
llegue a Buenos Aires lo primero que voy a hacer es ir a Lujàn si Dios quiere”
1ª de junio
“El otro día fuimos al pueblo a
bañarnos en el hospital …aproveché para comprar algunas cosas…porque andábamos
con hambre”… “estoy un poco más flaco…algunos compañeros andan jodidos por el
frío y el viento”… “la verdad que lo extraño a mi hermanito”… “Hoy hace 52 días
que salí de allá…espero que no se alargue demasiado…Vimos caer un par de
aviones pero siempre lejos…También escuchamos por radio unos bolazos
impresionantes”
Sergio: Marina
El hijo de
Mavi se recibió de aviador naval en 1978. Ella
no deseaba esa carrera para él, pero la elección se cumplió y su hijo se
convirtió en un caminante de los aires. Un día se sorprendió cuando vió que tenía
dos medallones colgados en su cuello y ahí le dijo: -“Esta es mi
identificación, el arma a la que pertenezco y mi grupo sanguíneo”.” Vos no
tenés que andar preguntando nada a nadie…por que la Armada se va a encargar de
hacerte saber todo lo que vos quieras saber”.
Y así fue.
Estalló el conflicto con Malvinas. Sergio les dijo –Yo voy a llamar día por medio a las 10 de la
noche, así que nos íbamos al negocio a esperar la llamada.
Un día les avisó
que iba a estar en Espora y allá fueron en plena madrugada junto con la novia,
venía de Rìo Grande en plena guerra. Unos minutos y partían “Yo miraba como
salía el avión y se iba quedando chiquitito y le decía a mi marido:-¿lo
volveremos a ver?” y vuelta a Copetonas, nombre que tal vez anticipò el destino
del aviador.
“En ese
tiempo no teníamos Televisión por cable así que andábamos con la antena hacia
Bahìa, la oreja pegada a la radio y por allí nos enteramos del hundimiento del
Belgrano. ¡Dios mío! Ahì quedé paralizada…fue desgarrador”.
Muchos de
Copetonas decían “-Che están ganando, parecían no darse cuenta de la verdadera
dimensión del problema”. Como no se vivió en el continente lo lejano no dolía
tanto salvo a los que teníamos a nuestros seres queridos en medio de la
contienda. “Cuando llegaban los aviones a Espora yo miraba a los oficiales de
mayor graduación y corría detrás de ellos y les preguntaba -¿Cuándo termina la
guerra, cuando???. –No se sabe señora. Hasta que un día me dijeron: -Señora las
guerras sabemos cuando comienzan, nunca cuando terminan. Ahí dije: para qué
preguntar”
Los padres y
la novia vivieron pendientes del conflicto. Atentos a los tonos de voz que le
llegaban desde Rìo Grande, tratando de ver más allá de las palabras
tranquilizadoras que no convencían.
Sergio vivió
el rescate de los náufragos del Belgrano, pero sobre eso hay mucho escrito.
La madre
guarda trofeos y reconocimientos del hijo que quiso ser militar y que hoy con
su nueva actividad quedó allá en Ushuaia muy cerca de donde le jugó a la
muerte.
Ricardo:
Aeronáutica
Sus padres vivieron
una ansiedad constante durante la guerra. Así lo atestigua su prima Alicia. El
drama comenzó cuando se enteraron que la guerra se había iniciado: “Yo estaba
en mi trabajo cuando unas compañeras me avisaron que la vieron a mi mamá
llorando en el centro”. Los vecinos gritaban de alegría como si fuera un logro
“Pensé en Ricardo”… “Al poco tiempo me avisaron que lo había alcanzado un
misil, que se había eyectado, pero estaba desaparecido” … “llamamos a Río
Grande donde estaba la base y nos dijeron que lo buscaban con buen pronóstico.
Los días fueron pasando…Me acuerdo de esas tardes enteras acompañando a mis
tíos con esa desesperación de no saber si está vivo o está muerto por que si te
dicen que está muerto ya sabés a qué atenerte pero esa incertidumbre fue
terrible…Mi tía lloraba todo el tiempo…”. Su esposa en Tandil y su descendencia
vivieron idéntico drama.
Las
comunicaciones con él se hicieron difíciles y luego su desaparición fue
imposible de superar. Al tiempo la muerte los llevó también a sus padres.
El barrio
solidario de la calle Gûemes se quedó sin su aviador, el taller del padre,
amante de la velocidad, que tal vez trasmitió a su único hijo se cerró y la
madre no tubo ánimos para seguir con la peluquería. El amigo de la vecindad en
su eterno duelo tal vez extrañará esas piruetas que Ricardo hacía, como saludo
a sus padres, desde el cielo. Me pregunto: ¿Para qué sirve la guerra?
LA MEMORIA
EN EL CONTINENTE
Escribe STELLA MARIS
GIL
Fines de
marzo de 1982, el otoño iba de a poco
tiñendo de ocres, rojos y amarillos las calles del municipio de Tres
Arroyos. El 30 de marzo la temperatura era
de 13 grados de máxima y 8 de mínima, sin lluvias.
Los vecinos
desarrollaban su rutina diaria sin sobresaltos. En plaza de mayo, en la capital
de la República, la C.G.T. realizó una marcha obrera reprimida con saña dando como resultado 1500
detenidos. El miedo de los años de plomo continuaba.
La prensa
escrita de esa época indicaba que por el Atlántico Sur las cosas no estaban
tranquilas. En las islas Georgias el desembarco de un contingente destinado a
desarmar un emprendimiento de industrialización de la ballena provocó malestar
en la cancillería británica y en las Malvinas atestigua el diario La Voz del
Pueblo que “El sábado por la noche un grupo de personas” ingresó a las oficinas
de LADE en puerto Stanley y “colocó una bandera inglesa, mientras pintaban la
leyenda “ojo por ojo”.
Comenzó abril
y de repente el día dos los noticieros comenzaron a anunciar que un grupo de
marinos ¡habían tomado las Malvinas! en cumplimiento del Plan Rosario.
La marca que llevábamos desde nuestra
infancia ensanchó el espíritu patriótico
y el país fue una bandera.
Un
desorbitado general con título de presidente de la Nación, desde el usurpado
balcón de la Casa Rosada llamaba a la lucha: “Si quieren venir que vengan…”y
emitía palabras triunfales.
El país se
militarizó y miles de hombres jóvenes fueron alistados para ir al frente junto
a las tropas de las tres armas.
EN EL
CONTINENTE
Tres Arroyos
no fue ajeno a lo que estaba pasando en el país y en el Sur. El 30 de abril La
Voz del Pueblo testimonia: “A medida que pasan las horas y el conflicto con
Gran Bretaña se acerca a una etapa decisiva en el terreno militar, crece el
número de ciudadanos que se ofrecen voluntariamente para apoyar la labor de los soldados argentinos
acantonados en el sur del país… .El registro habilitado en la Biblioteca
Pública Sarmiento…tenía anoche 121 voluntarios de ambos sexos…”. Ese mismo día
transcribe una decisión de la Obra Social para la Actividad Docente (OSPLAD)
donde ofrece capacitación a los interesados que quieran ir a trabajar a
Malvinas después de la victoria.
El espíritu
triunfalista reinaba en muchas partes, pero estrujaba el corazón de las
familias que tenían un combatiente allá, tan lejos, entre la vida y la muerte.
Ejército:
Mario
Mario había
terminado su servicio militar y regresó a su hogar en el barrio Benito Machado en
febrero de 1982 e inmediatamente comenzó a trabajar en la empresa de su padre.
Su noviecita vivía a pocas cuadras.
Dice Lydia,
su madre “Ese 2 de abril pasamos por la CELTA, estaban izando la bandera y me
dice mi hijo “Esto va a traer cola”.
No se equivocó.
Por la radio llamaban a los ex conscriptos para que se dirigieran a sus bases,
a Mario no le llegó la citación. La mamá fue a la Comisaría y allí le dijeron
que se presentara enseguida.
El muchacho
partió hacia Tandil. Era el 7 u 8 de abril. Después el silencio.” A la semana
nos llama de Río Gallegos: -Fuimos en dos aviones, capaz que volvemos en uno”
“Vivíamos en
un estado de angustia insoportable, sólo sabíamos llorar y esperar, hasta que
llegaron las primeras cartas y así pudimos sentir que estaba vivo”. “Cuando
llegaban las cartas, el Negro Fredes, nos llamaba a las 7 de la mañana y nos
avisaba que fuéramos y desde el Correo todavía cerrado nos pasaba la carta”. La
solidaridad fue mucha.
“Mi nene más
chico iba a la escuela y no se quería quedar. Al principio no quería dormir
solo”.
El papá lo llevaba
y lo veía salir con la cabecita agachada mirando al suelo. Lo primero que
preguntaba cuando subía a la camioneta era: -No habló Mario?”.
“La abuela
tejió gorros, guantes que decía que había que mandar, chocolates…”. Mario nunca recibió nada. “Una vuelta robaron
un queso para poder comer”.
El papá
estaba como jefe de Defensa Civil en la sección correspondiente a su domicilio
y desde allí controlaba las donaciones que enviaba a la Municipalidad, “hasta
heladeras y cocinas”, además de colaborar con el simulacro de oscurecimiento a
principios de mayo.
El drama de
perder un hijo llegó a su fin cuando reciben una llamada desde Puerto Madryn
donde le dicen que ya están de regreso que los vayan a buscar.
Presto, la
familia partió hacia La Plata y luego de algunas largas esperas llegó el
momento del encuentro, se abrió el portón del Regimiento 7ª de Infantería y ahí
venía Mario,
“Pasado el
tiempo, uno rebobina y parece que todo fue un sueño, pero fue grave sobretodo
cuando los ingleses llegaron a Puerto Argentino”.
Fragmentos de cartas de
Mario, un soldado tresarroyense.
Remitente: Islas Malvinas
Sin fecha (mes de abril)
Queridos padres: “…les escribo porque
todavía no he recibido carta de Ustedes…pero recibí el telegrama donde me ponen
que salió la encomienda que todavía no recibí…Hasta ahora vamos ganando, nos
hemos enterado que les derribamos 18 aviones, les rompimos 6 buques…Chau, un
beso” . “Las Malvinas son
argentinas. Viva la patria”.
16 de mayo
“…para contar hay poco, el otro día
escuchamos por la radio que dijeron que acá estaban bombardeando…acà no ha
pasado nada”…”Dijeron que nos iban a relevar, pero qué día no se sabe, los que
vienen son los tucumanos pero sería mejor irnos sin que venga nadie”…”Cuando
llegue a Buenos Aires lo primero que voy a hacer es ir a Lujàn si Dios quiere”
1ª de junio
“El otro día fuimos al pueblo a
bañarnos en el hospital …aproveché para comprar algunas cosas…porque andábamos
con hambre”… “estoy un poco más flaco…algunos compañeros andan jodidos por el
frío y el viento”… “la verdad que lo extraño a mi hermanito”… “Hoy hace 52 días
que salí de allá…espero que no se alargue demasiado…Vimos caer un par de
aviones pero siempre lejos…También escuchamos por radio unos bolazos
impresionantes”
Sergio: Marina
El hijo de
Mavi se recibió de aviador naval en 1978. Ella
no deseaba esa carrera para él, pero la elección se cumplió y su hijo se
convirtió en un caminante de los aires. Un día se sorprendió cuando vió que tenía
dos medallones colgados en su cuello y ahí le dijo: -“Esta es mi
identificación, el arma a la que pertenezco y mi grupo sanguíneo”.” Vos no
tenés que andar preguntando nada a nadie…por que la Armada se va a encargar de
hacerte saber todo lo que vos quieras saber”.
Y así fue.
Estalló el conflicto con Malvinas. Sergio les dijo –Yo voy a llamar día por medio a las 10 de la
noche, así que nos íbamos al negocio a esperar la llamada.
Un día les avisó
que iba a estar en Espora y allá fueron en plena madrugada junto con la novia,
venía de Rìo Grande en plena guerra. Unos minutos y partían “Yo miraba como
salía el avión y se iba quedando chiquitito y le decía a mi marido:-¿lo
volveremos a ver?” y vuelta a Copetonas, nombre que tal vez anticipò el destino
del aviador.
“En ese
tiempo no teníamos Televisión por cable así que andábamos con la antena hacia
Bahìa, la oreja pegada a la radio y por allí nos enteramos del hundimiento del
Belgrano. ¡Dios mío! Ahì quedé paralizada…fue desgarrador”.
Muchos de
Copetonas decían “-Che están ganando, parecían no darse cuenta de la verdadera
dimensión del problema”. Como no se vivió en el continente lo lejano no dolía
tanto salvo a los que teníamos a nuestros seres queridos en medio de la
contienda. “Cuando llegaban los aviones a Espora yo miraba a los oficiales de
mayor graduación y corría detrás de ellos y les preguntaba -¿Cuándo termina la
guerra, cuando???. –No se sabe señora. Hasta que un día me dijeron: -Señora las
guerras sabemos cuando comienzan, nunca cuando terminan. Ahí dije: para qué
preguntar”
Los padres y
la novia vivieron pendientes del conflicto. Atentos a los tonos de voz que le
llegaban desde Rìo Grande, tratando de ver más allá de las palabras
tranquilizadoras que no convencían.
Sergio vivió
el rescate de los náufragos del Belgrano, pero sobre eso hay mucho escrito.
La madre
guarda trofeos y reconocimientos del hijo que quiso ser militar y que hoy con
su nueva actividad quedó allá en Ushuaia muy cerca de donde le jugó a la
muerte.
Ricardo:
Aeronáutica
Sus padres vivieron
una ansiedad constante durante la guerra. Así lo atestigua su prima Alicia. El
drama comenzó cuando se enteraron que la guerra se había iniciado: “Yo estaba
en mi trabajo cuando unas compañeras me avisaron que la vieron a mi mamá
llorando en el centro”. Los vecinos gritaban de alegría como si fuera un logro
“Pensé en Ricardo”… “Al poco tiempo me avisaron que lo había alcanzado un
misil, que se había eyectado, pero estaba desaparecido” … “llamamos a Río
Grande donde estaba la base y nos dijeron que lo buscaban con buen pronóstico.
Los días fueron pasando…Me acuerdo de esas tardes enteras acompañando a mis
tíos con esa desesperación de no saber si está vivo o está muerto por que si te
dicen que está muerto ya sabés a qué atenerte pero esa incertidumbre fue
terrible…Mi tía lloraba todo el tiempo…”. Su esposa en Tandil y su descendencia
vivieron idéntico drama.
Las
comunicaciones con él se hicieron difíciles y luego su desaparición fue
imposible de superar. Al tiempo la muerte los llevó también a sus padres.
El barrio
solidario de la calle Gûemes se quedó sin su aviador, el taller del padre,
amante de la velocidad, que tal vez trasmitió a su único hijo se cerró y la
madre no tubo ánimos para seguir con la peluquería. El amigo de la vecindad en
su eterno duelo tal vez extrañará esas piruetas que Ricardo hacía, como saludo
a sus padres, desde el cielo. Me pregunto: ¿Para qué sirve la guerra?
LA MEMORIA
EN EL CONTINENTE
Escribe STELLA MARIS
GIL
Fines de
marzo de 1982, el otoño iba de a poco
tiñendo de ocres, rojos y amarillos las calles del municipio de Tres
Arroyos. El 30 de marzo la temperatura era
de 13 grados de máxima y 8 de mínima, sin lluvias.
Los vecinos
desarrollaban su rutina diaria sin sobresaltos. En plaza de mayo, en la capital
de la República, la C.G.T. realizó una marcha obrera reprimida con saña dando como resultado 1500
detenidos. El miedo de los años de plomo continuaba.
La prensa
escrita de esa época indicaba que por el Atlántico Sur las cosas no estaban
tranquilas. En las islas Georgias el desembarco de un contingente destinado a
desarmar un emprendimiento de industrialización de la ballena provocó malestar
en la cancillería británica y en las Malvinas atestigua el diario La Voz del
Pueblo que “El sábado por la noche un grupo de personas” ingresó a las oficinas
de LADE en puerto Stanley y “colocó una bandera inglesa, mientras pintaban la
leyenda “ojo por ojo”.
Comenzó abril
y de repente el día dos los noticieros comenzaron a anunciar que un grupo de
marinos ¡habían tomado las Malvinas! en cumplimiento del Plan Rosario.
La marca que llevábamos desde nuestra
infancia ensanchó el espíritu patriótico
y el país fue una bandera.
Un
desorbitado general con título de presidente de la Nación, desde el usurpado
balcón de la Casa Rosada llamaba a la lucha: “Si quieren venir que vengan…”y
emitía palabras triunfales.
El país se
militarizó y miles de hombres jóvenes fueron alistados para ir al frente junto
a las tropas de las tres armas.
EN EL
CONTINENTE
Tres Arroyos
no fue ajeno a lo que estaba pasando en el país y en el Sur. El 30 de abril La
Voz del Pueblo testimonia: “A medida que pasan las horas y el conflicto con
Gran Bretaña se acerca a una etapa decisiva en el terreno militar, crece el
número de ciudadanos que se ofrecen voluntariamente para apoyar la labor de los soldados argentinos
acantonados en el sur del país… .El registro habilitado en la Biblioteca
Pública Sarmiento…tenía anoche 121 voluntarios de ambos sexos…”. Ese mismo día
transcribe una decisión de la Obra Social para la Actividad Docente (OSPLAD)
donde ofrece capacitación a los interesados que quieran ir a trabajar a
Malvinas después de la victoria.
El espíritu
triunfalista reinaba en muchas partes, pero estrujaba el corazón de las
familias que tenían un combatiente allá, tan lejos, entre la vida y la muerte.
Ejército:
Mario
Mario había
terminado su servicio militar y regresó a su hogar en el barrio Benito Machado en
febrero de 1982 e inmediatamente comenzó a trabajar en la empresa de su padre.
Su noviecita vivía a pocas cuadras.
Dice Lydia,
su madre “Ese 2 de abril pasamos por la CELTA, estaban izando la bandera y me
dice mi hijo “Esto va a traer cola”.
No se equivocó.
Por la radio llamaban a los ex conscriptos para que se dirigieran a sus bases,
a Mario no le llegó la citación. La mamá fue a la Comisaría y allí le dijeron
que se presentara enseguida.
El muchacho
partió hacia Tandil. Era el 7 u 8 de abril. Después el silencio.” A la semana
nos llama de Río Gallegos: -Fuimos en dos aviones, capaz que volvemos en uno”
“Vivíamos en
un estado de angustia insoportable, sólo sabíamos llorar y esperar, hasta que
llegaron las primeras cartas y así pudimos sentir que estaba vivo”. “Cuando
llegaban las cartas, el Negro Fredes, nos llamaba a las 7 de la mañana y nos
avisaba que fuéramos y desde el Correo todavía cerrado nos pasaba la carta”. La
solidaridad fue mucha.
“Mi nene más
chico iba a la escuela y no se quería quedar. Al principio no quería dormir
solo”.
El papá lo llevaba
y lo veía salir con la cabecita agachada mirando al suelo. Lo primero que
preguntaba cuando subía a la camioneta era: -No habló Mario?”.
“La abuela
tejió gorros, guantes que decía que había que mandar, chocolates…”. Mario nunca recibió nada. “Una vuelta robaron
un queso para poder comer”.
El papá
estaba como jefe de Defensa Civil en la sección correspondiente a su domicilio
y desde allí controlaba las donaciones que enviaba a la Municipalidad, “hasta
heladeras y cocinas”, además de colaborar con el simulacro de oscurecimiento a
principios de mayo.
El drama de
perder un hijo llegó a su fin cuando reciben una llamada desde Puerto Madryn
donde le dicen que ya están de regreso que los vayan a buscar.
Presto, la
familia partió hacia La Plata y luego de algunas largas esperas llegó el
momento del encuentro, se abrió el portón del Regimiento 7ª de Infantería y ahí
venía Mario,
“Pasado el
tiempo, uno rebobina y parece que todo fue un sueño, pero fue grave sobretodo
cuando los ingleses llegaron a Puerto Argentino”.
Fragmentos de cartas de
Mario, un soldado tresarroyense.
Remitente: Islas Malvinas
Sin fecha (mes de abril)
Queridos padres: “…les escribo porque
todavía no he recibido carta de Ustedes…pero recibí el telegrama donde me ponen
que salió la encomienda que todavía no recibí…Hasta ahora vamos ganando, nos
hemos enterado que les derribamos 18 aviones, les rompimos 6 buques…Chau, un
beso” . “Las Malvinas son
argentinas. Viva la patria”.
16 de mayo
“…para contar hay poco, el otro día
escuchamos por la radio que dijeron que acá estaban bombardeando…acà no ha
pasado nada”…”Dijeron que nos iban a relevar, pero qué día no se sabe, los que
vienen son los tucumanos pero sería mejor irnos sin que venga nadie”…”Cuando
llegue a Buenos Aires lo primero que voy a hacer es ir a Lujàn si Dios quiere”
1ª de junio
“El otro día fuimos al pueblo a
bañarnos en el hospital …aproveché para comprar algunas cosas…porque andábamos
con hambre”… “estoy un poco más flaco…algunos compañeros andan jodidos por el
frío y el viento”… “la verdad que lo extraño a mi hermanito”… “Hoy hace 52 días
que salí de allá…espero que no se alargue demasiado…Vimos caer un par de
aviones pero siempre lejos…También escuchamos por radio unos bolazos
impresionantes”
Sergio: Marina
El hijo de
Mavi se recibió de aviador naval en 1978. Ella
no deseaba esa carrera para él, pero la elección se cumplió y su hijo se
convirtió en un caminante de los aires. Un día se sorprendió cuando vió que tenía
dos medallones colgados en su cuello y ahí le dijo: -“Esta es mi
identificación, el arma a la que pertenezco y mi grupo sanguíneo”.” Vos no
tenés que andar preguntando nada a nadie…por que la Armada se va a encargar de
hacerte saber todo lo que vos quieras saber”.
Y así fue.
Estalló el conflicto con Malvinas. Sergio les dijo –Yo voy a llamar día por medio a las 10 de la
noche, así que nos íbamos al negocio a esperar la llamada.
Un día les avisó
que iba a estar en Espora y allá fueron en plena madrugada junto con la novia,
venía de Rìo Grande en plena guerra. Unos minutos y partían “Yo miraba como
salía el avión y se iba quedando chiquitito y le decía a mi marido:-¿lo
volveremos a ver?” y vuelta a Copetonas, nombre que tal vez anticipò el destino
del aviador.
“En ese
tiempo no teníamos Televisión por cable así que andábamos con la antena hacia
Bahìa, la oreja pegada a la radio y por allí nos enteramos del hundimiento del
Belgrano. ¡Dios mío! Ahì quedé paralizada…fue desgarrador”.
Muchos de
Copetonas decían “-Che están ganando, parecían no darse cuenta de la verdadera
dimensión del problema”. Como no se vivió en el continente lo lejano no dolía
tanto salvo a los que teníamos a nuestros seres queridos en medio de la
contienda. “Cuando llegaban los aviones a Espora yo miraba a los oficiales de
mayor graduación y corría detrás de ellos y les preguntaba -¿Cuándo termina la
guerra, cuando???. –No se sabe señora. Hasta que un día me dijeron: -Señora las
guerras sabemos cuando comienzan, nunca cuando terminan. Ahí dije: para qué
preguntar”
Los padres y
la novia vivieron pendientes del conflicto. Atentos a los tonos de voz que le
llegaban desde Rìo Grande, tratando de ver más allá de las palabras
tranquilizadoras que no convencían.
Sergio vivió
el rescate de los náufragos del Belgrano, pero sobre eso hay mucho escrito.
La madre
guarda trofeos y reconocimientos del hijo que quiso ser militar y que hoy con
su nueva actividad quedó allá en Ushuaia muy cerca de donde le jugó a la
muerte.
Ricardo:
Aeronáutica
Sus padres vivieron
una ansiedad constante durante la guerra. Así lo atestigua su prima Alicia. El
drama comenzó cuando se enteraron que la guerra se había iniciado: “Yo estaba
en mi trabajo cuando unas compañeras me avisaron que la vieron a mi mamá
llorando en el centro”. Los vecinos gritaban de alegría como si fuera un logro
“Pensé en Ricardo”… “Al poco tiempo me avisaron que lo había alcanzado un
misil, que se había eyectado, pero estaba desaparecido” … “llamamos a Río
Grande donde estaba la base y nos dijeron que lo buscaban con buen pronóstico.
Los días fueron pasando…Me acuerdo de esas tardes enteras acompañando a mis
tíos con esa desesperación de no saber si está vivo o está muerto por que si te
dicen que está muerto ya sabés a qué atenerte pero esa incertidumbre fue
terrible…Mi tía lloraba todo el tiempo…”. Su esposa en Tandil y su descendencia
vivieron idéntico drama.
Las
comunicaciones con él se hicieron difíciles y luego su desaparición fue
imposible de superar. Al tiempo la muerte los llevó también a sus padres.
El barrio
solidario de la calle Gûemes se quedó sin su aviador, el taller del padre,
amante de la velocidad, que tal vez trasmitió a su único hijo se cerró y la
madre no tubo ánimos para seguir con la peluquería. El amigo de la vecindad en
su eterno duelo tal vez extrañará esas piruetas que Ricardo hacía, como saludo
a sus padres, desde el cielo. Me pregunto: ¿Para qué sirve la guerra?